Azor que
no levantó el vuelo
y quedose entre cielo y tierra,
en el nido de amor y Montserrat tu sueño.
Eras…
la sonrisa de un cuento, en la edad caramelo
-sabor a miel y menta-
y ese declinar en tus ojos parpadeando luz.
-campo de trigo-
Bebo en recuerdos de juventud
Agua cristalina,
inmaculada.
Bebo del beso que fue, es y
será de mí el único.
Acarició
tu nombre, letra a letra.
Abrazada a
la gorra de castor,
-tu infancia
y la mía-
Alas y
pies, hacia el abismo y Montserrat llorando.
Rezo,
bruñendo tú lapida…
¡Borra de mi rostro toda lágrima y
retorna a esté iglú permanente, el calor que le disté!
Soy tu templo y altar…y mi morada.
Yo rodeo este poema de rosas muy rojas y a falta de mejor perfume, un sol de amores.
ResponderEliminarTe quiero mucho.
SL
Te dedico un instante
ResponderEliminarun pequeño suspiro,
este tiempo que mide
una vida salobre;
en la paz noble y dulce
que desciende de ojera
y nos queda en los labios
el temblor que sintiera,
que la vida no pasa
en tristeza absoluta
ni tampoco nos vence
el instante que abruma,
pero sí una flor
o la lápida triste
del recuerdo guardado
del que fue
y no existe...
Porque sólo se queda
por el pecho guardado
y en la sangre que lleva
el amor que les diste.
Mi abrazo para ti. Elisa