viernes, 28 de agosto de 2009

Dime...Dices...


Dime…
¿Cómo se olvida el latido que te nombra?

-En esta ropa vieja, en ese cofre ajado-
! Cuánto de ti me queda!

El espejo busca tus ojos,
la sábana tu piel terciopelo,
que acarició noches.
Cada esquina es aroma de ti y sus bordes miel.
Reposa el vaso,
la mesa, tan llena de presencias,
tan lleno que cada gota derramada es vida.
En tanto yo muero en salobre llanto…
Nombrándote.

Dime…
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Dices…

Amor.
Y el poema se expande en nebulosa,
multicolor,
suena Edith Piaf en lejanía.
Te digo…
Que fuiste zafiro en mis ojos,
el néctar que alimento mis labios,
que tu piel, dulce almizcle, impregno mis esquinas.
Y fue tu voz canora la que meció mi sueño.
Digo amor y aparece esbelta tu figura, cimbreante,
ébano tu tez, sonrisa amanecida.

(digo amor…
y escapa un corazón hacia el médano)

El espejo roto te nombra,
veo culpa en mí por desearte.
Y sé, mi amor…
Que vuela tu mirada a otros ojos, a veces soñadores,
a veces misteriosos, a veces empalidecen tu cielo,
brotando una lluvia incontenible.
Me dices…
Que recuerdas su tenue beso deslizarse en tu mejilla,
trémulo, vacilante.
Mientras de ti mana fuego abrasador.
Sí, me dices…
Que vives su horizonte, que su cándida voz te embelesa
Y resplandeces en un suspiro,
se mojan tus manos deseándola.
El amor te eleva hacia su estrella,
pones trinos en tu verso
mil mariposas te recorren.
Me dices, que la amas…
deslizo mi mirar en la distancia,
en esa playa que tatúe tu nombre,
las olas borraron su contorno.
Pero dime…
Siempre, dime, como amas.

glòria

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