…Y también se quedan las calles prendidas de presencias.
Dicen que al llover se borran las pisadas
pero estas se funden con el alma del asfalto.
Un pie tras otro,
deambulo la senda,
alpargata o zapato de punta
(qué más da)
perdura la huella.
Vuelven sus espectros al circularlas.
Cada adoquín, cada pared es sombra viva.
¿Cómo decir que aquel vitral, guarda una lagrima o
aquel ábside fue una sonrisa?
¿Quién entiende de ausencias?
La esquina nos habla de un amigo,
la curva de un abrazo en el tiempo.
Dejo que me transiten las sombras de los que bebieron mis calles,
la vida es ese amor que se enraíza y crece como Catedral
uniendo el cielo a la tierra.
El árbol de la amistad está en cada mano que se elevó al azul del universo
y la flor de mi jardín…
mantiene su aroma.
glòria