Es que en tiempos de crisis, vale todo.
Hasta los chicles son punibles y sesenta céntimos,
se convierten en multa de quinientos.
(Lo digo en letras, no sea sancionen por crear angustias)
¿Cómo hacer que el humano se someta,
cómo conseguir que las mordazas prevalezcan?
¡Mascando chicle!
Mascas…
y el hombre se hace niño y habita ese jardín
de menta o fresa unos instantes,
es un sabor de instantes solamente.
Ahora recuerdo los “bazoka”, eran intensos,
no es que la niñez engrandezca las cosas,
es que eran grandes...
grande también veías al maestro, al padre, al anciano
incluso a la portera.
¿Y ahora?
Desdichado el profe que alce la voz,
el alumno levanta la pistola y pum,como en los comics.
Ese padre que suelta algún cachete irá a prisión o
una condena de aislamiento.
Y llega la venganza,
cuando te dejan en la puerta de un asilo
(donde aparcan a los muertos vivientes),
allí queda el saber, entre cuatro paredes que desconchan historias,
cuanta sabiduría perdida en la memoria.
Ancianos de hipoteca, que no verán el sol libre de cargas.
¿Y quién habla de Sol?
No, no alces los ojos de la tele,
esa que enseña de violencias, de beneficios, de poder,
esa que enseña cómo se lucra el fuerte,
en el ejemplo estamos.
Hoy, hasta se mata por todo…
Creo que algún día se nacerá matando.
En tanto agacha la mirada y que no se quede la goma de mascar
en tu zapato y arrastres a la tierra hacia el abismo,
sí, sí el tuyo…
el que se encuentra en tu alma.